miércoles, 28 de septiembre de 2011

No solo Lambrusco

“Y para mí un Rioja”. ¿Quién de los hosteleros italianos (de los verdaderos) de Madrid no ha entendido nunca esta frase, pronunciada por un cliente del restaurante a la hora de pedir su bebida? Pues si el cliente español se empecina queriendo beber su vino de siempre aunque se encuentre en un restaurante italiano... allí es donde puede empezar la pesadilla. Algunos hosteleros se rinden y acogen en su carta este vino - rico, la verdad - aunque muy poco itálico. Otros, con obstinación, apuestan por una carta de vinos exclusivamente italianos y pretenden enseñar al público español toda la variedad y la riqueza de la producción vitivinícola italiana. Así lo hacemos nosotros. Hay veces en las que acertamos y otras que no, pero pensamos que siempre merece la pena.
Una buena ocasión para demostrar que el vino italiano podría ser conocido mejor en España, fue el encuentro entre hosteleros o profesionales del mundo del vino y algunos productores, organizada el pasado lunes por la distribuidora Miró y González en la Fundación Pons, en Madrid. Además de las casas francesas y españolas presentes en la cata, un papel muy importante lo tuvo la sección italiana, con una excelente selección.
Parte del equipo de Lo Scolapasta durante la cata.

Nosotros empezamos por Sottimano, una productora de las Langhe del Piamonte (en el noroeste de Italia, una zona de grandes crus desde siempre), de la que catamos el Barbera d’Alba Pairolero 2009 y el Barbaresco Fausoni 2007, muy rico pues tiene niveles de taninos y acidez muy equilibrados. Al final probamos un Maté 2010 hecho con uvas Brachetto. De este tipo de vid se obtiene normalmente un tinto espumoso y dulce que no nos gusta. Todo lo contrario en el caso de Sottimano: su Brachetto resulta no tener ninguna burbuja, es seco y muy perfumado, floral, con toques de especias. Original.
Una de las hermanas Sottimano con una botella de Matè.

Nos desplazamos luego hacia el banco de Villa Bucci, viticultor cuya bodega se encuentra en Ostra Vetere, en la región de las Marcas (centro de Italia). Como no podía ser de otra manera, destacamos el Verdicchio Castelli di Jesi Riserva 2004, un blanco que se produce a partir de viejos viñedos (40 años de edad) y que posee un cuerpo equilibrado y persistente. Muchas veces premiado (“best white wine of the year award” en 2005), este vino ya está presente en nuestra carta con la añada 2006 (“tres copas” en la guía del Gambero Rosso). Nos gustó también el tinto Piceni Pongelli 2008, perfecto para el verano, pues se puede servir frío.
De la siciliana Judeka recordaremos sobre todo el Blandine 2010, un blanco de uva grecanico lleno de sugerencias florales, y el Nero d’Avola Nero 100, muy perfumado.
Luego vino el momento de desplazarnos a Puglia, el tacón de Italia, para catar algunas botellas de Vecchia Torre. Entonces, las opiniones de los diferentes componentes del equipo discreparon: hubo quién valoró positivamente la intensidad del Leverano rosado 2010, los toques de frutos rojos y la dulzura del Leverano tinto reserva 2005, el sabor aterciopelado del tinto Salice Salentino o los toques de especias del Negroamaro 2009; y quién los encontró todos demasiado “dulzones” para su paladar.
En lo que sí estuvimos todos de acuerdo fue en la cata de los tres vinos de la bodega Mario Schiopetto. Situado en el extremo nordeste de Italia (la provincia de Gorizia, en la región Friuli-Venecia Julia, tierra de blancos importantes), se trata de un productor excepcional. Confirmamos nuestro amor por el blanco Friulano (100% uvas Tocai friulano), pues tenemos desde hace cierto tiempo este fantástico vino delicado y fresco con sabor aromático y levemente frutal. Lo preferimos al Pinot Grigio, que tiene menos personalidad y es más delicado, y al muy premiado y ya famoso Sauvignon, del que catamos la añada 2008 que posiblemente no es la mejor.
Bodega Moio.

Otra etapa de la cata fue el banco de Moio. Estamos en la región de Campania, más precisamente en la provincia de Caserta. Probamos un tinto Falerno del Massico 2008 (sabor a frutos rojos y pasas; redondo, buen cuerpo) y un Moio tinto 57, con toques de especias.
El Moscato d'Asti de Gianni Doglia.

Por fin, encontramos al mismísimo Don Gianni Doglia, productor de un Moscato d’Asti (Piamonte, otra vez) verdaderamente excepcional, el blanco espumoso de nuestra carta del que más nos enorgullecemos. Dulce y frutal al máximo nivel, riquísimo para compartirlo en postre o en aperitivo. Cuando llega a la mesa sorprende e impresiona y nunca decepciona. A ver si, después de nuestra charla con Gianni, podemos empezar una promoción para dar a conocer este riquísimo vino a un número más amplio de gourmets.

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